Sinopsis





El lado oscuro de Adán parte de la idea de que hombres y mujeres somos diferentes, se pregunta en qué e intenta dar una respuesta considerando lo diferencial de ser masculino. Al contrario de lo que planteaba el relato bíblico, hoy sabemos que tras la concepción el nuevo ser sólo será varón si actúan sobre él los andrógenos.

El libro comienza con una reflexión sobre los distintos roles que ha desempeñado tradicionalmente el hombre como macho, como patriarca y como trabajador, y plantea la idea de que su vida no tiene una función establecida sino que ésta ha ido variando según el momento histórico. La masculinidad se crea y se modifica y el sentido de la vida es relativo. La gran lucha del hombre en su vida es encontrar ese sentido, dotar a su existencia de una utilidad.
A continuación se repasa cómo se construye la masculinidad en la sociedad de principios del siglo XXI, pasando revista a algunas de las características que han sido consideradas típicamente masculinas: Fortaleza física, deseo sexual siempre activo, frialdad emocional, agresividad, competitividad, afán de dominación, narcisismo, egocentrismo, misoginia o desapego por la vida familiar entre otras.


El segundo capítulo nos habla de luces y sombras y nos introduce en el lado oscuro. Retoma la búsqueda del sentido de la vida como objetivo fundamental y muestra cómo sus puntos débiles tienen que ver con la dificultad para enfrentarse a las propias emociones, la facilidad para dejarse dirigir, el sexo como objetivo vital de primer nivel y la incapacidad para moverse en entornos feminizados. En contraposición se considera que la capacidad para adaptarse a las situaciones, cooperar en entornos jerarquizados, seguir planes, sistematizar la información o moverse por el espacio serían factores que les servirían de protección. Más allá de las luces y las sombras está el lado oscuro, aquella parte de su ser que invierte el patrón luminoso y protector que acabamos de describir. El lado oscuro tiene que ver con la exageración de sombras: Hiperexigencia, hipersexualización, desconfianza que raya en la paranoia o agresividad explícita.
Los hombres se oscurecen cuando no se coopera con ellos sino que se les domina, cuando se les somete a situaciones que no pueden sistematizar o cuando se les exige una empatía que no es alcanzable para ellos dado su nivel de procesamiento de las emociones. Las situaciones de elevada exigencia sexual, la percepción continuada de engaño y en general los entornos que favorecen el predominio de sus sombras serían otros factores a tener en cuenta. El lado oscuro es peligroso tanto para ellos como para quienes les rodean.


El tercer capítulo nos habla de las necesidades masculinas. Buscan tranquilidad, seguridad y libertad de un modo diferente a cómo lo hacen las mujeres, pero lo que más necesitan es sentirse útiles y encontrar el sentido de la vida. A pesar de que sus existencias están presididas por una actividad casi frenética, o precisamente por ello, otra de sus necesidades básicas es descansar, tener un tiempo de desconexión en el que puedan estar tranquilos mientras saben que sus seres queridos están a salvo, quizás como supervivencia de aquel arcaico rol de hombre-patriarca. No podemos olvidar también la importancia de poder dar, incluso más que recibir, y de sentirse aceptados, posiblemente como muestra de que son útiles a los demás.


En el cuarto capítulo se profundiza en sus contextos vitales, en los entornos en los que su vida se desarrolla. Cómo es o debería ser la familia masculina, diferenciando entre la de origen, la extensa o la nuclear y qué utilidad tiene cada una de ellas en la satisfacción de sus necesidades. También se pasa revista a la pareja como contexto en el que buscan encontrar un hogar más afectivo que material, en el que sentirse seguro y tranquilo. Se distingue la pareja habitual de las adicionales, aquellas que cumplen funciones muy delimitadas y se plantea una visión diferente a la tradicional sobre el concepto de infidelidad masculina. Otro contexto es el del trabajo, donde se realiza una distinción entre trabajo principal y trabajos secundarios, analizándose también lo que ocurre cuando el vínculo del hombre con el mundo laboral se oscurece. El siguiente contexto es el del ocio, donde se diferencia entre ocio de desconexión, de descanso, laboral, familiar, social y de afecto.


El quinto capítulo busca dar las pautas para convertir en comprensibles los patrones de comportamiento masculinos. Plantea que a partir del conocimiento de sus necesidades, de su conformismo, de sus vínculos afectivos y de su relación con las mujeres se puede llegar a esa comprensión.


El libro finaliza con un sexto capítulo que intenta compendiar todo lo desarrollado hasta entonces analizando la destructividad masculina, cómo pueden destructivos para ellos mismos y para los demás y abriendo la puerta a la esperanza. Ser hombre no es algo de lo que uno deba avergonzarse. Es, simplemente, lo que uno es.